
Descentralización: el momento es hoy
En las últimas décadas, por oleadas, distintas voluntades descentralizadoras han dado una batalla por avanzar hacia un Chile regionalista. Este esfuerzo, de muchos y muchas, se ha truncado por la tradición centralista del aparato estatal.
Afortunadamente, hoy confluyen distintos factores que nos permiten ser optimistas y avanzar con decisión en una profunda agenda descentralizadora.
Tenemos un Presidente magallánico que, desde el extremo sur del país, está convencido de que quienes nacen y viven en regiones tienen el derecho a decidir por sí mismos. Y también, la disposición de un gobierno -conformado por un equipo de ministros y ministras- que busca romper la inercia centralista, y entiende que las políticas públicas deben pensarse con y desde las regiones.
En segundo lugar, las principales autoridades regionales -los gobernadores y gobernadoras- han sido elegidas por voto popular, con un programa político de desarrollo regional validado democráticamente. Durante estos meses, han demostrado su determinación por hacer un país regionalista, pero también el espíritu colaborativo necesario para lograrlo.
Un tercer factor es la urgencia de avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo económico que se sustente en regiones fuertes, dinámicas, movilizadas y empoderadas. El centralismo está condenando al país a un estancamiento estructural, del que solo podremos salir con mayor autonomía administrativa y fiscal.
El fortalecimiento regional es un imperativo ético, sin duda, pero también es uno económico. Un deber que como gobierno no podemos soslayar. El crecimiento inclusivo, sustentable y ecológico al que invitó el presidente Gabriel Boric, requiere nuevos recursos para las regiones, inversión con equidad territorial, en torno a un trabajo colaborativo con los gobiernos regionales que ya presenta avances concretos.
Finalmente, el marco político lo otorgan las pulsiones que dieron fuerza al que siguen latiendo con fuerza en los territorios, y cuyo origen, en gran parte, provino desde los habitantes de regiones que se cansaron de ser tratados como ciudadanos de segunda clase.
Por demasiado tiempo se incubó la rabia e impotencia que movilizó, por ejemplo, a los habitantes de Freirina hace ya una década, a las comunidades de Aysén y tantos otros territorios, que se alzaron contra las injusticias más brutales. Hoy, como gobierno, estamos abocados a recomponer estas fracturas.
Ya estamos recorriendo ese ancho camino. Hoy, en Rancagua, trabajaremos junto a los gobernadores y gobernadoras, ministros y ministras de Estado, en lo que hemos denominado el Foro para la Descentralización, que nos permitirá definir claramente una hoja de ruta para la transferencia de atribuciones a las autoridades regionales, de manera gradual, responsable y pertinente con las necesidades en los territorios.
De este modo, comenzamosa saldar una deuda del Estado con los territorios, y un compromiso de nuestro programa.
Columna de opinión / subsecretario Miguel Crispi Serrano